..Diabólicamente fino, me dijo Fox con un gesto satánico, devi-lililí smart; juega cerrado, el ambicioso!
—Por aquí mucliaclios, por aquí, gritabL' Rose, enteramente ocupado de ahogar el incendio. Levanté á faerza de brazo el pesado tubo; pero no podia quitar la vista de la ventana por ílónde Green liabia entrado. El corazón me saltaba, la inquietud me abogaba.
£u el mismo instante reapareció Green, con una mujer en los l)razos, y descendió en medio de los burras de la multitud.
Apenas en el suelo, la mujer se incorporó:—Mi liijo, gritó, donde está mi hijo, dónde está mi hija?—^Todo su cuerpo tem-blixba, llora})a, levantaba los brazos hacia la v^entana incendiada y quería arrojarse en a(piella hornaza. Se procuró en vano retenerla, se escapaba de nuestras manos, corría á la casa, y, rechazada por la llama, retrocedía lanzando gritos terribles y arrancándose los cabellos.
Todos nos mirábamos. La llama rujia como la tempestad, el techo incendiado iba á desplomars-e. El niño estaba perdido. No sé lo que en ese momento pasó en mi alma: la vista de aquella pobre madre, las palabras de.
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Thursday, October 18, 2018
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